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Una sociedad que asume la absurda y suicida idea de que no hay límites para la condición humana
Dentro de un paradigma cultural en el que no nos hacemos ninguna pregunta correcta
Se prohíbe dudar de los beneficios del Progreso y el tecnoptimismo es la masilla que tapa las grietas

Producto de esta sociedad, el animal “ilimitado” que viste traje y corbata. Es todo vanidad, tanto, que no tropieza dos veces con la misma piedra, tropieza con incontables piedras, pero cada una es más grande que la anterior, más importante, pedruscos de mucha categoría, ¡sí señor!

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no la cálida y sólida madera bien trabajada
ni la exuberante cantidad de vida en una pila de compost
tampoco la zarza que su fruto ofrece al lado del camino
lo seguro
lo sencillo
nos aburre
es atraso
no es progreso
vamos a depositar toda esperanza en lujosos inventos improbables

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Aunque la mejor información disponible, asimilada de forma cabal, parezca no dejar lugar para la esperanza, la esperanza es inevitable.

Lo que es estúpido es el optimismo.

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En Gaia, la única gran recicladora, la muerte es una etapa de un ciclo casi infinito. Se ha escrito más de una vez: los árboles muertos dan lugar a árboles vivos.
Pero lo nuestro, hoy, es muerte sobre muerte. La diversidad arruinada, tantos seres extinguidos por la avaricia…

Son pensamientos de noches pasadas a 29 °C. El capitalismo, un culto a la muerte injusta y sin sentido. Cuando, en la radio, una publicidad remata diciendo “¡y ahora sigue disfrutando del verano!”.

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ay, todo lo perdimos por no haber sabido encontrarnos

y no supimos encontrarnos porque nos enganchamos a los medios que los capitalistas crearon, según dijeron, para que nos encontrásemos